Conocidos
los resultados de la elección verificada en nuestro país el pasado
1o de julio, mismos que motivaron la inconformidad del candidato a la
presidencia de la república Andrés Manuel López Obrador, quien
afirma que dichos resultados son producto de la compra de votos por
parte del PRI, por lo que ha manifestado junto con sus simpatizantes
que la elección no fue equitativa ni legal y por lo mismo solicitará
su nulidad. Me permito hacer las siguientes reflexiones:
En primer
lugar cuál es la capacidad de discernir que reflejan los ciudadanos
mexicanos a los candidatos toda vez que dirigen sus esfuerzos a la
manipulación de las emociones de los electores, la denostación del
contrario y desde luego a la compra del voto disfrazada de regalos
que van desde calcomanías, playeras, gorras, juguetes, encendedores,
llaveros, despensas, materiales para la construcción, etcétera.
Los eventos de campaña muchas veces más que ser encuentros con la
ciudadanía para dar a conocer propuestas son auténticos pachangones
con grupos musicales,magos, payasos, luchadores, cómicos y otros
espectáculos acompañados con carnitas, tamales, tostadas, hot dogs,
y otras suculencias más bebidas de toda clase y un breve mensaje
político. En la pasada campaña por mi calle pasó un vehículo con
sendos altavoces invitando a cierre de campaña de uno de los
candidatos ofreciendo que estarían el grupo “x” y el espectáculo
“y”, quien quisiera asistir podría hacerlo abordando el camión
que estaría esperándolo en un cruce de calles cercano, pero del
mensaje del candidato no se hizo mención alguna. Y sin embargo la
ley electoral no prohíbe que se le den agasajos y regalos a los
votantes. Es más el hecho de que el ciudadano los reciba no le
compromete a votar por alguien en particular. Más aún los mismos
candidatos, no solo en esta elección sino también en anteriores,
alertan a los ciudadanos y en la comprensión de que una despensa o
un bulto de cemento o láminas o cualquier otro regalo puede ser
demasiado tentador en un país con un pueblo con tantas carencias nos
recomiendan: “reciban lo que les dan pero voten por el que
quieran”. Y todavía más los institutos electorales y la FEPADE
(Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos
Electorales), al parecer
más juiciosos que los candidatos, difundieron profusamente mensajes
a través de todos los medios de comunicación
conminándonos a
denunciar el intento de compra o coacción al voto. Unido todo esto a
que nadie mas que cada uno de nosotros vio por quien votamos, hasta
el momento no se ha argumentado convincentemente lo contrario, y que
se ha aceptado como satisfactorio el trabajo realizado en las
casillas y en los consejos electorales, se puede asumir que, habiendo
recibido prebenda alguna o no, los ciudadanos que votaron lo hicieron
por quien quisieron. Desde luego que esto no debe disculpar de
ninguna manera el dispendio que se presume se efectuó, así que me
pronuncio por que se investigue y en caso de encontrarse
responsabilidad alguna en candidatos y/o partidos se sancione lo mas
severamente posible.
Aunque es
altamente probable que los regalos de todo tipo que hayan servido
para orientar algunos votos no explica el resultado de la elección,
pues estas prácticas son comunes en todos los partidos, la realidad
es que no se presentó un proyecto con que se identificaran
claramente la mayoría de los mexicanos, se sobre-explotó el
sentimiento de enojo y frustración de un pueblo ávido de justicia
social y desesperanzado; un pueblo al que la democracia electoral no
le ha resuelto sus profundas necesidades y que antes al contrario
se enfrenta con mayor pobreza, inseguridad y miedo. Se voto por “el
menos malo”; “por que estos no sirvieron”; “por que ya
probamos con los otros y ora vamos a darle la oportunidad a este”.
Eso es lo que reflejaron.
Las
soluciones para una ciudadanía que desea vivir con dignidad no se
vieron suficientemente en el proceso electoral. Quienes encabezaran
al Estado Mexicano deben tomarlo en cuenta.



