Pasada
la euforia generada por el enorme aparato mediático que acompañó
al recientemente pasado proceso electoral cabe hacer la reflexión de
si el resultado de éste se traducirá en bienestar para el pueblo
de México o si se trata de la renovación de las caras y los colores
del sistema para que los beneficiarios de este no encaren cambios
abruptos en el entorno de sus intereses. La inconformidad de la
mayoría de los mexicanos, principalmente motivada por las
limitaciones económicas y la inseguridad anunciaba ya que el régimen
sería rechazado por los electores en las urnas. Así se presentaba
harto difícil que el Partido Acción Nacional (PAN) alcanzara por
tercera vez la presidencia de la República aún postulando para esa
posición por primera vez en ese partido a una mujer, Josefina
Vázquez Mota. Ante tal expectativa los grupos de poder y los
partidos políticos con registro ante el Instituto Federal Electoral
(IFE) impulsaron sus candidatos para el relevo, finalmente
contenderían contra el partido en el poder Enrique Peña Nieto,
quien ya tenía prácticamente seis años en campaña y Andrés
Manuel López Obrador con doce años promoviendo su imagen y
contendiendo por segunda vez para presidente de México. Se
incorporaría tardíamente por un desencuentro de alianzas Gabriel Cuadri de la Torre. Todos ellos con un común denominador, estar de
acuerdo en mayor o menor medida con la política económica que ha
venido aplicando el Gobierno Federal, ofrecer Garantías a los
principales propietarios y grupos de inversionistas que actúan en
México, así como las mejores relaciones con el gobierno
norteamericano; así se desprende de los programas que publicaron y
sus declaraciones en campaña. Anoto que aunque López Obrador se
pronunció en contra de mayor inversión de capital privado en
Petróleos Mexicanos (PEMEX) se mostró muy coincidente con la
política monetaria y el sistema financiero así se entiende tanto de
sus declaraciones en encuentros con banqueros y otros grupos
involucrados con el tema como de su programa.
Entendido
así podemos concluir que la competencia por la presidencia de México
no representó nunca la posibilidad de afectar seriamente la
estructura económica ni a los poderes fácticos, quienes se
encuentran de plácemes por el ejercicio electoral. Los cuatro
candidatos se manifestaron por combatir la pobreza, generar empleos y
mejores condiciones de vida para los ciudadanos, eso sí, sin que
implicara demerito de los intereses anteriormente descritos;
pronunciándose por que el cuidado de unos
generaría en bienestar de los
otros. ¿Será esto posible?. Sus campañas masivas se enfocaron
hacia las emociones del electorado y se convirtieron en: la maternal
y enérgica Josefina, el paternal y amoroso Amlo, el exitoso y
comprometido amigo Enrique y el jovial Cuadri, mas avanzado el
proceso y en el cruce de ataques fueron: el incumplido Enrique, el
peligroso y demencial Amlo, la inconsistente Chepina y Cuadri el hijo
de Elba Esther.
Al
calor de las campañas que se convirtieron en un gran fenómeno
mediático surgió un movimiento impulsado visiblemente por jóvenes
estudiantes, “Yo soy 132”, quienes en un primer momento exigieron
la “democratización” de los medios de comunicación y
posteriormente se pronunciaron en contra del candidato, y hoy
presunto ganador de la elección presidencial, Enrique Peña Nieto.
Aunque ellos declaran abiertamente que son independientes y que nadie
los manipula, y yo creo en su palabra, me resulta por lo menos poco
meditada y algo ingenua la petición, toda vez que la naturaleza
empresarial de la gran mayoría de los medios de comunicación no le
obliga a un comportamiento democrático, si se entiende por
democracia la forma de organización de grupo donde el poder reside
en la totalidad de sus miembros y tiene como objetivo su bienestar
haciendo que la toma de decisiones respondan al interés del
colectivo, habría que especificar si la democratización afectaría
al colectivo de cada medio en particular; al colectivo de miembros de
todos los medios de comunicación; o conceptualizar a los medios como
parte del colectivo nacional lo cual les obligaría no sólo a su
manera de conducirse en las elecciones sino a muchas otras cosas como
los contenidos que publican, la repartición de los beneficios
económico que generan y muchas mas que implicarían no solo un
cambio en los medios sino en el sistema. Sin embargo entiendo
perfectamente que el objetivo perseguido es mayor objetividad e
imparcialidad en lo que informan, particularmente en lo que respecta
a las elecciones y utilizan la palabra “democratizar” pues porque
suena muy bien. Por otra parte se pronunciaron en contra del
candidato Peña Nieto por que “representa el regreso de
autoritarismo de los regímenes priistas” con lo cual se puede
estar de acuerdo o no dependiendo del análisis histórico y de la
realidad contemporánea que cada quien haga; sin embargo me extraña
que protestando contra la posibilidad del “retorno del
autoritarismo” no protesten con igual energía contra los rasgos de
autoritarismo del actual régimen que pasan desde el aumento de
denuncias de atropellos a los derechos humanos que se han generado
por la “guerra contra el crimen organizado” , los asesinatos de
periodistas que ya sitúan a nuestro país como “el
octavo lugar en el mundo de aquellos países en donde
los periodistas son asesinados en forma recurrente y en el cual los
gobiernos han fracasado en su intento por enjuiciar a los culpables”
(según el reporte elaborado por Comité para Protección de los
Periodistas -CPJ, por sus siglas en inglés-) o las condiciones de
miedo y zozobra que viven las comunidades donde la autoridad no
garantiza seguridad suficiente a los ciudadanos.
La elección
resultó lo que se esperaba de ella; la apariencia de la renovación
para que los beneficiarios del sistema cuenten con las herramientas
que les sirvan a sus propósitos, que no son los de la mayoría de
los mexicanos. Pues la perspectiva es compleja para la clase
trabajadora. “Las Reformas que México necesita” como han dado en
llamar al paquete de cambios que requiere el Capital, principalmente
transnacional, para sobre-explotar los recursos naturales y a la
clase trabajadora mexicana; no son otra cosa que la des-regulación
de las relaciones laborales para reducirles derechos a los
trabajadores, entrega de industrias estratégicas al capital privado
principalmente PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad, acotar y
desaparecer partidos políticos que aún con sus limitaciones y
contradicciones son una escuela de política para los ciudadanos,
sobre-representación de diputados y cenadores con el fin de tener
mayor control sobre el aparato legislativo y otras siempre tendientes
a favorecer los intereses del capital y las clases privilegiadas.
Una cosa hay
que rescatar, el entusiasmo con que participaron los ciudadanos
producto de su preocupación por los problemas presentes y por
cambiar el futuro. Hay que seguir participando. No confortarse con
-Los felicito por “la gran participación ciudadana” y en tres
años les hablo-. Es nuestra responsabilidad transformarnos en
ciudadanos de primera; exigir día a día el respeto a nuestros
derechos y organizarnos para luchar por nuestros intereses. En el
barrio, en la escuela, en el sindicato, en el partido político (en
cualquiera quede verdad creas que te represente), en el servicio
público. Pero participando; la democracia no es solo elecciones, la
democracia es “el constante mejoramiento del nivel de vida del
pueblo” y solo se logra participando, exigiendo, organizándose. La
Democracia tiene que ser una conquista colectiva.
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